domingo, 10 de abril de 2011

LA VIDA, SU NIEBLA / SU LUZ

LA VIDA, SU NIEBLA / SU LUZ
Comentario de Elicura Chihuailaf Nahuelpan sobre el libro Detras de la Niebla de Alejandro Cerda.

En este cariñoso / emocionado homenaje a su padre, Alejandro Cerda nos sorprende con la pristinidad de su poesía, que logra –me parece, como en su inédita “Caligrafía en el Agua”- sin ninguna pretensión sino simplemente porque escribe comprometido con lo que expresa, lejos del mero artificio poético, esa bella apariencia pero a menudo demediada, pues poeta y poema no siempre suelen encontrarse / corresponderse . ¿Para qué sirve la poesía si no es un modo de vivir? Nos lo reafirma Alejandro. ¿Para qué, si no es para que la muerte sea sólo una forma de soñar en el corazón de aquellas / aquellos que nos amaron un día que jamás terminará? Al lado de la tristeza y el dolor, la hondura de su palabra la alcanza –me parece- al asumir su pensamiento desde la interculturalidad, desde el aún no reconocido rostro de este país llamado Chile. Desde ésa condición asume su duelo, y nos dice: “Viaja hacia la energía / de tus antepasados, / busca lo que ellos fueron en nosotros, / lo que nosotros somos en ellos sin saberlo”. Llovizna, llueve intensamente en mi comunidad, en Kechurewe, y he recorrido una vez más los senderos de mi infancia: Mi abuela canta mientras da vuelta el pan en el rescoldo, y su canto no es sino el pretexto para que celebremos el suave aroma a pan. Mi abuelo canta y su poema son las estrellas que saltan desde los tizones que reaniman el fogón (late ahí todo el Universo). Entre lo visible y lo invisible, leo otra vez los Sueños de mis padres escritos en la nostalgia Azul del viento que viene y va. El ahora es el pez transparente / el agua que se nos escurre de las manos y que la causalidad (¿o el azar?) nos lo convierte en Palabras: la memoria del pasado y del futuro, la única ensoñada realidad. “Encuentro de sueños / Todas las noches / mi sueño encuentra tu sueño, / y así acariciamos el árbol / de aquel lugar desconocido / desde donde todos venimos. / Medimos en su tronco la distancia que separa / a un hombre vivo de un hombre muerto, / y por un segundo comprendemos / lo más sagrado / lo más inexplicable.” Nuestro espíritu es la síntesis de nuestra infancia y nuestra ancianidad, nos están diciendo los Antepasados. La vida y la liberación de su energía (la muerte) nada más un largo viaje en el círculo del universo que –desde el Azul- se expande hacia el Azul. Así, “En algún lugar (...) / surge también el aroma de una playa imaginada por un niño / que no deja de mirar en el fondo del estanque, / aquellas monedas que contiene sus deseos, / y que como espejos reflejan / el rostro del padre que lo sueña”. ¿Cómo no agradecer la ternura de estas flores de la contemplación, estas flores del consuelo que nos ofrece Alejandro? Rvme mañvm / Muchas gracias, le estoy diciendo.

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